El tabú social que hay alrededor de la reproducción asistida, aunque por suerte es cada vez menor, juega en nuestra contra.

El omitir y no dar visibilidad a un área médica no hace que esta desaparezca, sino que nos perjudica a todos como potenciales pacientes. El conocimiento es poder y en esta área no es una excepción.

La reproducción asistida lleva con nosotros más de 40 años ayudando a todas aquellas personas con problemas reproductivos e incluso a aquellas que no los tienen, pero quieren prevenirlos.

 

Es por ello por lo que los médicos aconsejan a los pacientes con deseo gestacional realizar una preservación de la fertilidad previa al inicio del tratamiento.

¿Le pasa a todo el mundo? ¿Seré yo una de esas personas? ¿Cómo puedo saberlo?

Pues bien, el secreto del éxito en reproducción (tanto asistida como de forma natural en los humanos) es el tiempo (edad) y la calidad de nuestro material reproductivo. Este último suele ir ligado al primero en la mayoría de los casos. Es por esto que el tiempo se convierte en nuestro aliado o nuestro enemigo.

A medida que los años pasan por nosotros, también lo hacen por nuestras células y, entre ellas, se encuentran nuestros gametos (óvulos y espermatozoides), que también deben ser fuertes y jóvenes para dar lugar a un bebé.

El estilo de vida al que nos hemos acostumbrado desde hace relativamente poco tiempo, nos hace sentirnos jóvenes a unas edades que reproductivamente no lo son tanto. Las condiciones socioeconómicas de los países hacen cada vez más difícil el hecho de independizarse o conseguir un trabajo estable, cosa que repercute directamente en la tasa de natalidad. Cuando encontramos esa estabilidad puede ser tarde para nuestro cuerpo. A partir de los 35 años, la calidad de los gametos disminuye y con ello las probabilidades de éxito de obtener un embarazo.

Todas las personas son pacientes potenciales de reproducción asistida durante toda su vida reproductiva, ya que hay una gran diversidad de tratamientos que se ajustan a su perfil.